"Hay un monstruo en mi armario", le dije a mi padre.
"Ya duérmete y deja salir a tu hermana del armario", me contestó cuando iba saliendo del cuarto.
Me resigné y me dirigí al armario. Había un hilo de sangre escurriendo del interior. Abrí la puerta y mi hermana estaba rompiéndole el cuello a uno de esos desgraciados. "Mañana te toca a ti", me dijo resollando.
Me encogí de hombros y la dejé salir. Es cierto, al día siguiente me tocaba a mí. El escepticismo de mi padre era enfermizo. Me cagan los escépticos.
Khan Medina
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