Mi mano sangraba levemente. Estaba sujetando el cuchillo sobre el vientre de mi amiga. Aunque creo que esa no es la expresión correcta. Su m...

Veloz como el rayo.

Mi mano sangraba levemente. Estaba sujetando el cuchillo sobre el vientre de mi amiga. Aunque creo que esa no es la expresión correcta. Su mirada se quedó congelada en mis facciones llenas de tristeza. 

"Ya no quiero estar aquí”. Me había escrito con tristeza en un mensaje. Creo que jamás en mi vida había corrido tan rápido. Salí a la calle, tomé un taxi, le ofrecí una suma exorbitante para que me llevara a casa de mi amiga tan rápido como pudiera. Un accidente de tráfico nos impidió acceder al barrio donde vivía. Le aventé el dinero al chófer y salí volando del vehículo. Creo que me gritó algo, no lo escuché, pues no me importaba nada. 

Y llegué a tiempo, detuve el cuchillo con el que ella se iba a quitar la vida lastimándome en el acto. Lo sujeté sin decir nada, con lágrimas en los ojos, incapaz de hablar porque temía que se me quebrara la voz o decir algo inapropiado. 

—Perdón —me susurró. 

—¿Por qué? —alcancé a musitar. 

Posé mi cabeza sobre la de ella y le empecé a hablar. Le pedí disculpas si alguna vez la había ofendido y ella empezó a hablar también. 

Platicamos de sus sentimientos y de sus pesares. Charlamos hasta que ella se expresó con más calma y la sangre de mi mano se secó. Cuando mis lágrimas se secaron le dije que le ayudaría y que le buscaría ayuda profesional. 

Sujetó mi mano con cuidado y me habló con ternura. 

—De nuevo, lo lamento —susurró. 

—No te preocupes —le contesté con alivio. 

Abrí mi mano entumecida y retiré el cuchillo de nuestra vista. 

Buscamos ayuda profesional y ahora se encuentra bien. Mucha gente pasa por esto y en silencio, gracias al cielo la conocía tan bien que lo intuí… 

Ese día actué rápido... Ese día me moví veloz como el rayo.


reflexiones



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