Fragmento de un libro que mandé a concurso. Espero les guste. Ya había publicado de él anteriormente.
...
Ya estábamos cerca
del linde del bosque y me sentía satisfecho. Habíamos atravesado todo ese
trayecto nosotros solos. Estaba muy contento de haberlo logrado que empecé a
dar saltitos, hasta que escuché el gruñido. Lo que pensé inmediatamente fue en
un oso, volteé rápidamente por mero temor. Era un coyote.
El animal nos
estaba acechando, sentí un nudo en la garganta y una presión en el estómago. Cadete
se puso en guardia. ¿Nos iba a atacar? Decía mi padre que los coyotes no solían
atacar a los humanos, pero luego pensé que se refería a los adultos. Aunque Cadete
podía defenderme, no creo que fuese lo mejor, no quería que lo lastimaran.
—Piensa Aidan —musité—, piensa. Cadete,
quédate a mi lado —ordené.
En la historia,
Mael evitaba al oso, pero aquí ya no podíamos evitarlo, ya nos había visto y
nos estaba rodeando. ¿Podía espantarlo como Mael espantó al ladrón? Solo debía
demostrar que no tenía miedo.
Busqué en los
alrededores y no veía nada útil. El coyote se nos acercó y mi perro y yo
retrocedimos un poco y fue cuando la sentí con mi pie. Una rama oculta entre
algunas hojas secas. La blandí y noté que era flexible, la empecé a girar como
si fuesen nunchakus, esos que salían en las películas de artes marciales
que veía papá. Los giré a mayor velocidad hasta que emitieron una especie de zumbido.
En todo momento cuidé de no lastimarme o no lastimar a mi perro.
Nuestro acechador empezó a flaquear, Cadete le empezó a ladrar fuertemente y gruñir. Dejé de hacer el movimiento cuando vi una roca y se la lancé de modo que cayera cerca de sus patas, pero sin lastimarlo. Eso hizo que saliera huyendo. Nadie salió lastimado. “…debes respetar a la naturaleza. Los animales, las plantas y el lugar donde viven”. Eso había dicho mi abuelo...
0 Comments: