Me
encontraba en medio de una abadía que tenía que restaurar. Había caído la noche
cuando me entró un hambre feroz, empecé a limpiar unos camarones y unas papas
para hacerme unas tortitas cuando escuché ruido a mis espaldas. Me dijeron
los locales que este edificio estaba embrujado, pero no les hice caso.
Fui al huerto por una calabaza para hacerme un
pay. Algunas de ellas ya tenían la típica mueca tallada del Jack-O-Lantern.
Regresé a la cocina para terminar platillo y postre cuando escuché un siseo y
el crujir de una puerta, me santigüé por precaución y traté de distraerme
mirando mi teléfono. Revisé las redes de de una sopa instantánea en Facebook,
pues supe que algunas personas escribían relatos de terror para un concurso. No
lo sentí hasta que posó su garra sobre mi hombro y me hizo girar. Un vampiro con
los ojos rojizos y los dientes afilados se cernía sobre mí. Su boca se abrió
amplia como la de una serpiente y antes de atacar, miró por un costado mío. Vi
que sus ojos se desplazaban rápidos como si leyeran y empezó a dar arcadas.
Volteé para ver si era el frasco de sal con ajo o una oración lo que lo había
repelido cuando gritó:
—¡Qué maldito asco! ¡Están usando ChatGPT para
crear sus cuentos!
El monstruo empezó a vaciar su estómago, presa de
las náuseas y se alejó convertido en murciélago. Me incorporé como pude y miré
lo que él había leído. Unas horas más tarde, desperté en el hospital. El
enfermero me dijo que había vomitado como campeón cuando los pueblerinos me
trajeron. Pobre vampiro, había comprendido su agonía.
Este cuento me hizo ganar junto a otros dos un concurso de cuentos de terror.
0 Comments: